5 de diciembre de 2008

Texto para actividades 07

RELATO BREVE O MICRO RELATO

Hoy día parece existir una euforia con respecto a un nuevo género caracterizado por la brevedad. Infinidad de concursos buscan premiar esta supuesta habilidad circunscribiéndola a una carilla o a 100, 50, 30 (quién da menos) palabras. Quizás los tiempos que corren obligan a esta minimización, ya Giusseppe Ungaretti decía algo parecido refiriéndose a la poesía, género, decimos de paso, dónde el Haiku, forma oriental de 17 sonidos, aunque con dudosos resultados, parece haber invadido occidente. No obstante lo antedicho debemos aclarar que aquí no hay nada nuevo, vasta repasar algunos poemas en prosa de Jorge L Borges o para ir mucho más lejos, 24 siglos atrás con aquel sueño de Chuang Tzu: “Chuant Tzu soñó que era una mariposa y al despertar no sabía si era un hombre que había soñado ser mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser hombre”.
Digamos que esta necesidad de expresar lo mucho en poco requiere ciertamente de una técnica, un dominio y el tiempo para ejecutarlo, caer en el error que por que mínimo es más fácil no deja de ser un lugar común, y como se sabe, éste, no es buen recurso literario.

Dolores M Koch nos dice que habría que considerarse dos vertientes a) el minicuento, es aquel que los hechos narrados, más o menos realistas, llegan a una situación que se resuelve por medio de un acontecimiento o acción concreta, en este caso: algo que ocurre. b) el micro-relato, el cual no se basa en una acción sino en una idea, un pensamiento; en este caso el desenlace depende de algo que se lo ocurre al autor.
Nos enumera diez recursos que pueden ayudar en la creación del micro-relato, estos son:

1) Utilizar personajes ya conocidos.
2) Incluir en el título elementos propios de la narración que no aparecen en el texto del relato.
3) Proporcionar el título en otro idioma
4) Tener por desenlace rápido un coloquialismo inesperado o una palabra soez.
5) Hacer uso de la elipsis.
6) Utilizar un lenguaje cincelado, escueto, a veces bisémico. Palabra certera.
7) Utilización de un formato inesperado para elementos familiares.
8) Utilizar formatos extra-literarios.
9) Parodiar textos o contextos familiares
10) Hacer uso de la intertextualidad literaria.


PEQUEÑA ANTOLOGÍA DEL MICRO RELATO
(Por Roberto Malatesta)

La ubicuidad de las manzanas

La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está a punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse la ley de la gravedad.

Ana María Shua

(Vale para recurso nro. 1)


El sabor de una medialuna a las nueve de la mañana en un viejo café de barrio donde a los 97 años Rodolfo Mondolfo todavía se reúne con sus amigos los miércoles por la tarde.
-Que bueno.

Luisa Valenzuela

(Vale para recurso nro. 2)

Veritas odium parit

Traedme el caballo más veloz –pidió el hombre honrado- acabo de decirle la verdad al rey.

Marco Denevi

(Vale para recurso nro. 3)


El hombre invisible

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.

Gabriel Jiménez Emán

(Vale para recurso nro. 6)


Violín

“Instrumento para regalo del oído humano creado por la fricción entre la cola de un caballo y las tripas de un gato”

Ambrose Bierce

(Vale para recurso nro. 7)


La cucaracha soñadora

Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.

Augusto Monterroso

(Vale para recurso nro. 10)

23 de noviembre de 2008

Texto para actividades 06

JOHN CHEEVER

"Bueno, juguemos un poco"


John Cheever nacido en Quincy (afueras de Boston) en el año 1912, premiado con el National Book Award y el Pulitzer, nos entrega su obra narrativa como quién espía a la clase media-alta norteamericana, en la que él se sintió siempre como un infiltrado, esa gente de buen pasar, diríamos aquí, con un tono crítico y mordaz, dónde no sólo involucrará a sus vecinos sino muchas veces a su propia familia y a él mismo. Características dispares que incomodarían a cualquier norteamericano medio no le faltaron: bebedor, bisexual, católico, escritor, y aunque el no se considerase tal, intelectual, (digo norteamericano medio podría haber dicho argentino medio).
Nos dice en uno de sus relatos. “Nuestro país es el mejor país del mundo. Nadamos en prosperidad y nuestro presidente es el mejor presidente del mundo. Tenemos manzanas más grandes y mejor algodón y máquinas más veloces y hermosas. Todo esto nos convierte en el país más importante del mundo. El desempleo es un mito. La insatisfacción es una fábula. En el colegio, Estados Unidos es siempre hermoso. Es siempre la gema del océano y está muy mal que así sea. Está mal porque la gente se lo cree. Porque se vuelven indiferentes. Porque se casan y se reproducen y votan y no saben nada. Porque el periódico está siempre de buen humor y se la pasa mirando el cielo raso para no ver la suciedad del piso. Porque todo lo que ellos saben y conocen es lo que les dice el periódico siempre de buen humor.”
Su prosa se caracteriza por una amplia y honda preocupación moral (y esto en sentido amplio y hondo, como en el ejemplo anterior) donde sus personajes constantemente se indagan a sí mismo o indagan al prójimo y permanecen en zona donde se mueven con cierta disconformidad con su medio de vida, insatisfacción permanente que lleva a desencadenar los característicos conflictos de sus relatos.
Sus climas suelen ser oscuros y depresivos, sus finales nada complacientes lo que más de una vez lo ha llevado a tener serias dificultades con sus editores.

“El nadador” es un relato muy conocido de John Cheever, no se si el más representativo, pero sí conocido pues en torno a él se ha hecho una película dirigida por Frank Perry y protagonizada por Burt Lancaster, años 60, para los amantes del buen cine. Cine en blanco y negro aún.
En este relato una decisión arbitraria o espontánea, depende como se lo vea, del protagonista, atravesar a nado todo un barrio residencial, es decir cruzar residencia por residencia nadando en cada una de sus piscinas, para llegar desde el lugar en que se encuentra hasta su casa dónde lo esperarían sus hijas, se convierte en una parábola que abarcaría buena parte de la vida adulta de ese norteamericano de buen pasar, desde el soleado día en que se zambulle en la piscina, pasando por cócteles, truenos, lluvia, una atestada carretera, piletas y piletas, el otoño, el agotamiento físico hasta la conciencia de que ya es un hombre arruinado que “vive sólo de lo que gana” lo cual lo ha desplazado de su círculo social de bocadillos y tragos.
Ante esta propuesta se puede leer en los diarios de J Ch. “¿Qué significa esto? Uno no se vuelve viejo en el curso de una tarde”. Frase esta que nos da ha entender que existían serias dudas del éxito del tal travesía ya no por las aguas de una piscina sino por esa otra piscina de papel, en la que –según Pavese- también uno se convierte en nadador. Dudas en cuanto al resultado y a la factibilidad por lo arriesgada de la empresa, dudas ante el nacimiento de la idea aún no concretada en literatura, no obstante, en el mismo diario, a continuación, J Ch. escribe “Bueno, juguemos un poco”. Frase, ésta última, por demás de significativa, como para, imitando lo que hacía Carver a efecto de conseguir autoestimulación en su trabajo literario, escribirla en una cartulina y tenerla por un buen tiempo en nuestro escritorio o rincón dónde acostumbramos a escribir. “Juguemos un poco” que implica ese riesgo elemental que debemos correr al lanzarnos a escribir y más allá del rigor, la humildad, y paciencia, que, otro norteamericano, Paúl Auster, aconsejaba implica que siempre hay en la escritura ese condimento lúdico que de perderse puede quitar toda capacidad de reacción y naturalidad en la escritura.


Roberto Daniel Malatesta.

31 de octubre de 2008

textos para actividades 05

PAVESE O EL PROFUNDO RESPETO

“La fuente de la poesía es siempre un misterio, una inspiración, una conmovida perplejidad ante lo irracional, una tierra desconocida” C.Pavese.

Cesare Pavese. Nacido el 9/12/1908 en Santo Stefano Belbo, se quita la vida en un cuarto de hotel de Turín el 27/08/1950.

Vida que dedicó a plasmar en belleza el sentir de su pueblo, ya del pueblo campesino que lo vio crecer o el de la urbe provinciana: Turín.
Creciendo en un medio inhóspito para el desarrollo de su profundo humanismo: el fascismo que llegó a encarcelarlo entre mayo/35 y marzo/36, como opositor político. Un medio altisonante y pomposo al que supo oponer su palabra cargada de sensibilidad ante el dolor y la alegría que componía su pueblo. La obra artística suele ser la mejor arma y la más perdurable contra las tiranías, ese “arma cargada de futuro”.

Veranillo de San Martín, un poema de Laborare Stanca (porque aquella gente trabajaba duro y, trabajar cansa, más allá de toda idealización o pretensión fascista de sociedad pura y feliz) una muchacha trabajadora de la urbe conversa, son sus palabras cargadas de frustración contra la ciudad que la encarcela, sólo contra esa ciudad enajenante, no la ciudad misma de la que dice “Sería tan hermosa Turín –pudiéndola gozar-/ solamente con poder respirar…”, junto con las palabras de la chica se enlazan las palabras reflexivas del poeta, no le contesta a ella, sino al poema.

Estudia en Turín y su tesis final es sobre Walt Whitman, nada menos que Whitman, el poeta de la democracia, el cantor de todos los credos y razas. Traduce mucha literatura Norteamericana, Melville, Dos Passos, Edgar Lee Master, Faulkner entre otros.

En “Propietarios” donde un cura campesino es trasladado a la ciudad y trabaja en un hospital entre moribundo o en “La puta campesina” el ojo de Pavese acaricia con amor a su gente sufrida, la chica que parece ‘ver’ en los olores del establo y del heno, y al cura que humaniza para convertirlo de “padre” a “hijo” pues asiste al entierro de su madre. Todos están allí, nadie está ausente.

Fue un torturado que miró el abismo de frente: “el único modo de huir del abismo es mirarlo y sondearlo y bajar a él” escribe en el oficio de poeta, diario íntimo que lo muestra de cuerpo entero. Sufrió de vida, sufrió de amor: “Sin embargo, al igual que es grande el artista que construye amoralmente un sólido mundo moral, gran amante es quien aporta una extraordinaria intensidad moral a cada uno de sus universos eróticos. El artista es siempre sincero consigo mismo, so pena de fracasar en su obra. El gran amante ídem…: son pena de no sentir su amor.” “Si una mujer no traiciona es porque no le conviene.” “Todo lujo hay que pagárselo. Todo es lujo; empezando por estar en el mundo” “Es posible no pensar en la mujer, al igual que no se piensa en la muerte” “…De jóvenes lloramos a una mujer, de maduros a la mujer”. Todos estos fragmentos de su diario, pero, el nos pidió, en un escrito antes de morir “que no cuchichiemos demasiado”. También en su diario escribió: “La religión consiste en creer que todo lo que nos ocurre es extraordinariamente importante. Nunca podrá desaparecer del mundo, por esa misma razón”.

“Mi parte pública la he hecho –lo que podía- He trabajado, he dado poesía a los hombres, he compartido las penas de muchos” El arte fue su misión humilde.

“Canción” poema que dice “Están ligadas las nubes a la tierra y al viento./ Mientras hay nubes sobre Turín/ será bella la vida…./ ….Ahora toda la vida/ son las nubes, las plantas y las calles, perdidas en el cielo” Su carácter sombrío no le impidió cantar a la belleza, campo o ciudad, como Keats tuvo presente que “la verdad es belleza, la belleza es verdad”

En su obra narrativa, como su poesía, sigue con fidelidad a su pueblo, esos hombres melancólicos a los que el trabajo cansa. Un profundo respeto nacido del amor a su gente.
Leemos en “Cesare Pavese” Antología esencial, ed. Fijando Vértigos, con selección, traducción y prólogo de Rodolfo Alonso. “Narrar es como nadar”, supo decir él mismo, aludiendo a los ritmos combinados del cuerpo y del líquido, con que el nadador se desplaza en su elemento, y también “Narrar es monótono”, por supuesto no en el sentido del aburrimiento, sino en el de la insistencia, de la persistencia en un tono, en un clima, que nunca es puramente verbal, aunque está hecho de lenguaje. El lenguaje hecho de palabras, las palabras de los hombres a las que él supo aludir cálidamente, sabiamente, como “esas tiernas cosas, intratables y vivas”

“El instinto” “El hombre viejo, desengañado de todo,/ desde el umbral de su casa, bajo el tibio sol,/ contempla cómo perro y perra dan rienda suelta a su instinto………Una mujer baja a la calle y se detiene a mirar; pasa el cura y se gira….”. Y no hace otra cosa que extraer lo “comprensible” en una fácil operación, allí está el hombre, sus instintos y el poeta lo expone de la forma más simple, ningún tono irónico, ni autocomplacencia del que se piensa, ingenuamente, trasgresor, que hay de nuevo sino aquello que siempre estuvo y el sol vuelve a iluminar. La mágica operación de alumbrar lo que nunca debió quedar sin luz, pero como quién, no ha tocado nada, como quién sembró y se fue, acto de la mejor literatura.

“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos” quizás uno de sus últimos poemas, da un poco de escalofríos, pero “colma” la naturalidad “de esta muerte que nos acompaña/ de la mañana a la noche”. El suicidio como un no poder esperar más ese abrazo final, la amada muerte que se le parecía, mujer aquella que no lo engañaría ya más.


Amor por su paisaje de colinas, plantas y animales y todo un pueblo que forjó su lenguaje, su poesía, amor y conocimiento que no alcanzaría nunca para “entender”. Mujer, muerte, patria, infancia parecen muchas veces ser una misma cosa. “Encuentro”:
“Estas duras colinas que han hecho mi cuerpo/ y lo agitan con tantos recuerdos, me han abierto el prodigio/ de ella, que ignora que la vivo y no alcanzo a entenderla.”





......

HOMENAJE


UN POEMA DE MARIA TERESA ANDRUETTO


"Nada. Tengo un carbón en el cuerpo, brasas bajo las cenizas. Oh C., por qué por qué?"

27 de marzo de 1950 (noche) Diario.

C. Pavese


Entre mujeres solas hemos hablado de él
uno de estos días de marzo oscuros
contra el cielo rojo y de la tarde
en que mi padre lo vio pasando la caserma.
De las correas dos perros lo arrastraban
y una tristeza que no ha vencido
nadie. Il diavolo sulle coline acecha,
siembra de sangre estos lugares familiares.
Es el 45 y la guerra cansa.
Están en Piazza Cavour o en Superga.
En Torino, no en Le Langhe, ciprés
y casa sobre el borde de tu tierra. Mi padre
muerto me dice al oído “he pasado Stupinigi
hacia mi pueblo” y el dolor se desvincula
del ansia y subsiste solo en el alma. El otro
se llama Cesare y escribe sobre las cosas
que nos suceden a todos cuando volvemos
y no encontramos nada. Mi padre
es partisano, un partisano de Ghío
y ha cumplido veintitrés. Antes que cante
el gallo me dará esas voces
que se oyen desde lejos, el eco
en la colina. Están cerca las tierras fértiles,
sitios que no son un lugar entre los otros
sino un aspecto de las cosas ahora desvastadas.
La ciudad era como un lago de luz, se ha
vuelto gris, no tiene cielo. Alguna vez dirá
no escribo más, el lápiz cruzado
sobre el diario, y acabará el oficio
de vivir. No habrá qué hacer en la ciudad
vacía sino esperar y esperarás que llegue.
Dirás palabras no, si fuera un gesto. No
escribas más y ella vendrá, por esta calle
hasta el hotel mañana, ella vendrá
y tendrá tus ojos.

Pavese




........

DOS POEMAS DE PAVESE


El instinto

El hombre viejo, desengañado de todo,
desde el umbral de su casa, bajo el tibio sol,
contempla cómo perro y perra dan rienda suelta a su instinto.

Corretean moscas por su boca desdentada.
Su mujer falleció hace ya tiempo. También ella,
como todas las perras, pretendía ignorarlo,
pero tenía instinto. El hombre viejo husmeaba
-poseía aún dientes-, llegaba la noche,
se metía en cama. Era hermoso el instinto.
Lo que gusta del perro es su gran libertad.
De la mañana a la noche andorrea por la calle;
y ora come, ora duerme, ora monta las perras:
ni siquiera espera la noche. Razona,
como husmea, y los olores que siente son suyos.

Recuerda el hombre viejo la ocasión en que de día,
lo hizo como un perro en un campo de trigo.
Ya no sabe quién era la perra, mas recuerda el sol radiante
y el sudor y el deseo de no cesar nunca.
Era igual que en un lecho. Si volviese aquel tiempo,
querría hacerlo siempre en un campo de trigo.

Una mujer baja a la calle y se detiene a mirar;
pasa el cura y se gira. En la plaza pública
se puede hacer cualquier cosa. Incluso la mujer,
que tiene recato de girarse por el hombre, se para.
Hay tan sólo un muchacho que no tolera ese juego
y le asesto pedradas. Se irrita el hombre viejo.

De Trabajar Cansa
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos...
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos-
esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una palabra vana,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando te inclinas sola ante el espejo.
¡Oh querida esperanza,
también nosotros aquel día
sabremos que eres la vida y la nada!

La muerte tiene una mirada para todos.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como ver que emerge de nuevo
un rostro muerto en el espejo,
como escuchar un labio cerrado.
Descenderemos al remolino, mudos.
De Vendrá la muerte y tendrá tus ojos (póstumo)
Traducción de ambos poemas:
Carles José i Solsora

19 de octubre de 2008

textos para actividades 04



EL EXTRAÑAMIENTO, EL ASOMBRO Y EL AZAR
COMO MOTORES DEL ACTO CREATIVO:
LA POESIA DE WISLAWA SZYMBORSKA.

Wislawa Szymborska nacida en 1923 en Kórnik, Polonia, residente de la ciudad de Cracovia,




















¿poeta provinciana? Premio Nobel de Literatura en 1996, no entrega en sus poemas un material incandescente, el hecho creativo puro: extrañamiento, asombro y azar desplegados en una fórmula simple e intimista.
Se preguntará ¿Por qué…En una casa y no en un nido? ¿Dentro de una piel, no de unas escamas? ¿Sola en mí conmigo misma? El sólo hecho de ser ya es suficiente material para sus poemas, el hecho que sea aquí y no allá, ¿por qué no allá? suficiente como para derrotar barreras políticas, raciales o religiosas; ni siquiera la diferencia entre ser humano y animal parece explicada, todo es material en ebullición, todo genera esa poesía interrogativa, indagatoria del misterio de ser: “Soy la que soy/ Casualidad inconcebible”. Porque el sólo hecho de considerar el azar como definitorio de su persona relativiza cualquier posibilidad de jerarquización social, el hombre es un simple cálculo absolutamente imprevisto, como dirá Montale, el número que nunca salía se hizo presente. Mientras pudimos ser “algo que se mueve bajo un cristal de microscopio” somos esto y no da para jactancias. En el poema “El terrorista; El Mira” un hombre regresa por un olvido, unos miserables guantes, y en el lugar estalla una bomba, y uno se pregunta al leer al Wislawa y se preguntará siempre de haberla bien leído, cuántas veces un par de guantes, un paraguas o un cuaderno nos habrán sometido o apartado del mal, un objeto común, ese otro número de lotería que nunca vemos pero que actúa en nuestras vidas, eso es la poesía de Wislawa, la conciencia del azar que trae aparejado una humildad infinita.
Precisamente esa situación azarosa da apertura para uno de los componentes más sólidos de su poesía, el tan poco valorado humor, sobre todo en poesía en lengua castellana, pese a los maestro como Lope de Vega y Quevedo, el humor no es tenido en gran consideración, vaya a saber en Polaco, lo cierto que para Wislawa el humor se toma seriamente. En alabanza a mi hermana perece tomarse a sí mismo en broma, esa práctica de reírse de sí como quién se ríe ante un espejo dota de frescura a su poesía y ciertamente la humaniza.
Para terminar, habría que, nuevamente, remarcar ese elemento resultante de su poesía: humildad, una poesía alejada de toda pedantería, una poesía que propone el hecho de hermanarnos por dos características sustanciales de la especie humana: ser breves y frágiles.


ASOMBRO

¿Por qué en una demasiado única persona?
¿En esta y no en otra? ¿Y qué hago aquí?
¿En un día que es martes? ¿En una casa y no en un nido?
¿Dentro de una piel, no de unas escamas? ¿Con un rostro, no una hoja?
¿Por qué sólo una vez personalmente?
¿Precisamente en la tierra?
¿Bajo una pequeña estrella?
¿Después de tantas eras de ausencia?
¿Por todos los tiempos y todas las algas?
¿Por crustáceos y firmamentos?
¿Precisamente ahora? ¿Hasta mis carnes y huesos?
¿Sola en mí conmigo misma?
¿Por qué?
no al lado ni a cien millas de aquí,
no ayer ni hace cien años
me siento y miro hacía el oscuro rincón
-tal como, levantando súbitamente su morro-,
mira ese gruñir llamado perro?


DEL MONTON

Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.
Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.
En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
Cada uno, como hecho a medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.
Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos personal.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero,de un enjambre,
partícula del paisaje sacudida por el viento.
Alguien mucho menos feliz,
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo un cristal de microscopio.
Arbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.
Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.
Un tipo de mala estrella
que para algunos brilla.
¿Y si despertara miedo en la gente,
o sólo asco,
o sólo compasión?
¿Y si hubiera nacido
no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?
El destino, hasta ahora,
ha sido benévolo conmigo.
Pudo no haberme sido dado
recordar buenos momentos.
Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.
Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien totalmente diferente.

TRADUCCION: Gerardo Beltrán de "NUEVOS POEMAS" (1995)


EL TERRORISTA; EL MIRA

La bomba va a estallar en el bar a las trece y veinte.
Ahora son sólo las trece y dieciséis.
Algunos todavía tienen tiempo para entrar.
Otros, para salir.
El terrorista ya caminó al otro lado de la calle.
Esta distancia lo preserva de todo el mal.
Y además un panorama como en el cine.:
Una mujer con campera amarilla, ella entra.
Un hombre de anteojos oscuros, él sale.
Muchacho en jeans, ellos hablan.
Las trece y diecisiete con cuatro segundos.
El más bajo, este tiene suerte, se sube a la moto,
y el más alto entra.
Trece y diecisiete y cuarenta segundos.
Una chica, ella camina con una verde en el pelo.
Sólo que el colectivo de pronto la tapa.
Trece y dieciocho.
Ya no está la chica.
Habrá sido tan tonta como para entrar, o no,
se verá cuando los saquen afuera.
Trece y diecinueve.
Parece que no entra nadie.
Al contrario, sale un gordo pelado.
Parece que busca algo en los bolsillos y
a las trece y veinte menos veinte segundos
él se vuelve por los miserables guantes.
Son las trece y veinte.
Tiempo, como tarda.
En cualquier momento.
Todavía no.
Si, ahora.
La bomba, ella estalla.

del libro "Fin y Principio", 1993


ALANZA A MI HERMANA

Mi hermana no escribe poemas
y es improbable que de pronto comience a escribir poemas.
Le viene de su madre, que no escribía poemas,
y de su padre, que tampoco escribía poemas.
Bajo el techo de mi hermana me siento a salvo:
nada impulsaría al marido de mi hermana a escribir poemas.
Y aunque suene como un poema de Adam Macedonski,
ninguno de mis parientes se ocupa de escribir poemas. En el escritorio de mi hermana no hay poemas viejos
ni nuevos en su bolso.
Y cuando mi hermana me invita a cenar,
sé que no tiene intenciones de leerme poemas.
Hace magníficas sopas sin esfuerzo,
y su café no se derrama sobre manuscritos. En muchas familias nadie escribe poemas,
pero cuando lo hacen, rara vez es sólo una persona.
Algunas veces la poesía fluye en cascadas de generaciones
que ocasionan temibles corrientes en las relaciones familiares. Mi hermana cultiva una prosa hablada decente,
toda su producción literaria está en tarjetas postales veraniegas
que prometen la misma cosa cada año:
que cuando vuelva
nos contará todo,
todo,
todo.

(1976)



NADA SE REGALA

Nada se regala, todo es prestado.
Estoy endeudada hasta el cuello.
Seré obligada a pagar por mí
conmigo misma,
a devolver la vida a cambio de la vida.

Así se ha establecido,
hay que entregar el corazón
y el hígado se entrega
y cada uno de los dedos.

Es demasiado tarde como para impugnar el contrato.
Cuanto debo
me será quitado con piel y todo.

Voy por el mundo
entre una multitud de otros deudores.
Para algunos está la obligación
de pagar las alas.
Otros tendrán que, por las buenas o por las malas,
pagar por las hojas.

En la columna Dar
cada tejido que hay en nosotros.
Ni una pestaña, ni un pedúnculo
de conservar para siempre.

El inventario es exacto,
y por lo que parece
nos va a tocar quedarnos con nada.

No me puedo acordar
dónde, cuándo y porqué
he permitido que abrieran
esta cuenta a mi nombre.

La protesta contra eso
la llamamos alma.
Y éste es el único término
que falta en el inventario.




___________________________________
Entrevista con Wislawa Szymborska

El amor, origen de la poesía La poeta polaca, premio Nobel de Literatura en 1996, habla de la ironía, que le permite mantener una distancia crítica respecto de sus textos, y recuerda con humor a algunos de sus enamorados de infancia. Además, se publican dos de sus poemas inéditos en castellano

Wislawa Szymborska (Kornik, 1923) vive en un departamento en Cracovia y trabaja todos los días en sus poemas. Se le concedió el Premio Nobel, al que entre risas llama "la catástrofe", en 1996. En España se acaba de distribuir una antología muy amplia de sus poemas, Poesía no completa (FCE), en traducción de Abel A. Murcia Soriano y Gerardo Beltrán, quienes también volcaron al castellano esta conversación.

. --¿Tiene alguna fórmula mágica para escribir?

. --Sé lo que quiero escribir, pero no siempre me sale. Trabajo constantemente en los poemas. Hay algunos poemas que surgen de forma espontánea... (Es mi secreto: no voy a decir nunca cuáles salen con facilidad y cuáles salen con esfuerzo.) Pero no siempre salen de forma espontánea.

. --¿Y cómo es la Szymborska que narra sus poemas?

. --Creo que cada poema lo escriben dos personas. Hay una persona que es la que siente las cosas, la que las experimenta, la que piensa. Y otra persona, que está detrás de mí y dice: "¿No estarás exagerando?, ¿qué va a entender el lector de lo que estás escribiendo? y, además, ¿para qué le sirve?" Ese yo irónico está siempre, pero si desaparece escribiré muy malos poemas... ¡Y si desaparezco yo, también serán malos! [Risas].

. --Utiliza un lenguaje muy especial.

. --Mi lengua es una lengua viva. Utilizo frases hechas, lengua coloquial, juegos de palabras, que no necesariamente funcionan en otras lenguas... La suerte de los poetas en el exterior depende de los traductores.

. --¿Hablamos de los temas de su poesía?

. --Todos mis poemas nacen del amor. Diría incluso que todos los poemas nacen del amor; incluso aquéllos que transmiten el mal tienen en el fondo una forma de amor hacia el mundo. Estoy totalmente convencida... Y si no es así, lo siento por esos poetas.

. --¿Y el odio?

. --Tengo un poema sobre el odio, que es verdaderamente un sentimiento del siglo XX, el más fuerte, el que encuentra más seguidores. Y eso es algo horrible. Quizá en algún momento fue necesario pero ahora el odio es un sentimiento horrible. Aunque parece más fácil que un loco propague sus ideas con los nuevos medios. Antes, alguien llegaba y se subía a un cajón en una plaza y se ponía a hablar con un megáfono... Todo era más pequeño.

. --En sus poemas aparecen muchos animales.

. --No imagino la poesía sin los seres que nos acompañan en la vida: los animales, las plantas... e incluso las piedras. Mi animal preferido es el mono. Me encantó un libro de Jane Goodall, A través de la ventana: treinta años estudiando a los chimpancés, en el que cuenta su investigación en Tanzania con los primates y con los chimpancés. No los estudió como un grupo, sino como individuos. Estuvo años siguiéndolos de uno en uno, investigando cada animal en concreto y descubrió que uno era individualista, otra era una mala madre, otra era muy cariñosa, otro era muy travieso... Se trataba de una forma de estudiar a los animales desde una perspectiva totalmente diferente. No me imagino otro enfoque distinto al del análisis individual. Todos somos un poco diferentes. El hombre se somete a diversas ideas de grupo y no siempre es bueno.

. --También aparecen muchos sueños en sus poemas.

. --Escribo de la realidad y los sueños son una parte de la realidad.

. --Además de escribir poemas, está haciendo collages.

. --Son un juego. Hoy veo muy clara la diferencia entre la forma de hacer literatura y la forma de hacer arte. La escritura requiere soledad, aislamiento, trabajo y cansancio. He visto a pintores trabajando mientras hablaban, riéndose, rodeados de gente, y eso es imposible para un escritor. Necesito tiempo y que nadie me moleste. Mis collages son un juego, para que la gente los disfrute. Son mi forma de descansar. Me canso mucho escribiendo.

. --Pero sigue escribiendo sin parar.

. --Aún estoy viva, para extrañeza de algunos y también para la mía. Y soy escéptica ante la poesía, incluso ante la mía.

. --Por eso utiliza tanto el humor.

. --Mi poesía, como la vida, es una moneda: tiene una parte trágica y una parte cómica.

. --Y una parte cósmica.

. --Recuerdo una anécdota de Filipovich, un fabuloso escritor que supera la prueba del tiempo: cuando el hombre llegó a la Luna, mucha gente en Cracovia estaba asombrada. Filipovich estaba pescando y trataba de ver el acontecimiento con prismáticos. [Risas]. Una vez, caminando por los alrededores de Cracovia con Filipovich, nos paramos a identificar estrellas, y cuando nos dimos vuelta, había un enorme grupo de gente a nuestro alrededor; tanta, que al día siguiente la prensa publicó que se había producido el avistamiento de un ovni. Una información que nunca fue desmentida. Espero que eso hiciera feliz a alguien. Escribí un poema en el que decía que no hay que mandar bromistas al Cosmos.

. --Le fascina el espacio, pero realmente se ha movido muy poco.

. --No sé si es por mi signo zodiacal --cáncer--, pero no me gusta viajar. Nací un día después (y muchos años después) que Proust, que escribió doscientas páginas para decir cómo se preparaba para ir a la playa. No me gusta viajar, pero me gusta volver.

. --¿Es cierto que estudió español?

. --Hace mucho tiempo iba a unas clases de español. No me acuerdo de nada, pero la estructura de la lengua todavía la controlo. Leíamos fragmentos de El Quijote. Nos daba clase un profesor que no sé si se esmeraba mucho, porque se preparaba la clase el día anterior, pero tenía unos discos maravillosos con música española: canciones populares estupendas. Soy admiradora del Goya luminoso, el de los retratos, el de los tapices, el de las escenas costumbristas y el de las majas. Y he corregido a Velázquez en uno de mis collages: he sacado a una de las meninas al aire libre.

. --Hablaba antes del amor. ¿Le puedo preguntar algo de los suyos?

. --Le contaré algunas historias de mi infancia. A los doce años me enamoré perdidamente del novio de mi hermana, que no me hacía ningún caso. Un día me vendé la cabeza y él dijo: "¿Qué le ha pasado a eso?" Años más tarde lo volví a ver y me pregunté cómo podía haberme enamorado. No era nada interesante. También había otro chico. Me seguía. Era tan tímido que no me dirigía la palabra. Me escribía cartas. En una de ellas, donde me arreglaba toda la vida --"por ti surcaré los mares, subiré a la cumbre más alta..."--, decía al final: "Estaré mañana bajo tu ventana si no llueve". [Risas]

. --Leer también es una forma de acabar con las formas puras.

. --Leo todo el tiempo. Muchos libros de divulgación científica y de antropología, de zoología. Leo a Brodsky, con el que tenía mucha afinidad. Pero como no quiero olvidarme de nadie sólo voy a decir que leo a Rilke. Con él comenzó mi fascinación por la poesía. .

Por Félix Romeo

18 de octubre de 2008

textos para actividades 03




RAYMOND CARVER UN YANKEE MUY ARGENTINO


Claridad, ojos de perros en la noche, esto es: limpidez de mirada para ver lo oscuro, o lo contrario, forzar la mirada, ponerse visco para que las cosas parezcan oscuras, el primer caso es el Raymond Carver, el segundo no nos interesa. Desocupados, borrachos, cornudos, vagos, inútiles y fracasados desfilan por los relatos del escritor norteamericano. El tipo nos habla, por dar un ejemplo, de una multitud de hombres y mujeres apiñados en la oficina, se refiere a la oficina de seguridad social donde los desempleados acuden a dejar sus datos, como si fuese de acá nomás, en el mismo barrio dónde nuestros pibes patean en la vereda una desinflada pelota. Se supone que tratándose del potentado país del norte esas cosas no ocurren, o acaso, la verdad, si ocurren de eso no se habla. Pero
allí esta el hombre, un lindo grano en el traste norteamericano, contándonos como son las cosas en realidad. Pero ojo, no aparece la risa idiota del político, no la confrontación social, hasta el disconformismo se tarda o no se evidencia. La cosa no es así, está ese sujeto marginal tal cual es, un hombre común que le preocupa que el refrigerados está vacío, un tipo cualquiera con sus odios y amores, nada del sujeto social, del ser político, nada de eso; es cierto, se podría argumentar que en un país como USA, bipartidista, la democracia ha quedado atrás, las conquistas sociales y todo eso ya no forman parte del horizonte del imperio, y algo de eso es cierto, pero Carver es un Argentino como cualquiera de nosotros, y más, no gasta pólvora en chimangos, insisto, al tipo le interesa observar a ese hombre común, le interesa exponerlo en la página sin la más mínima opinión de su parte, sin moralinas, dejarlo desnudo en sus obsesiones, problemas y dolores ante el ojo del lector, y ese hombre de pronto es el árbol que no deja ver el bosque, el bosque que espere, si no entendemos el árbol del bosque qué vamos a saber, ahora está, bendito o maldito, de una vez por todas: el hombre, quizás como nosotros, argentinitos mal criados no lo podríamos hacer. ¿Hay algo biográfico en Carver? Es muy probable, si uno incursiona en algunos papeles sobre su vida, descubre que el tipo tuvo muchos y mal pagos empleos, que tuvo, por lo tanto, serios problemas de dinero, padeció un fracasado matrimonio, estuvo muy enfermo y gravemente comprometido con el alcohol. Y a qué viene esto, en realidad poco importa cuál de sus personajes es el mismo Carver, lo que sí importa es que el tipo activa sus propias circunstancias hasta más no poder, algo que no le quita mérito alguno sino que potencia la voz de sus personajes. En concreto el tipo no adolece, no se avergüenza de ser lo que es, y no busca ningún superhéroe para sus personajes, Clark Kent nunca es Supermán, y allí radica su poder, al lector le comienza a atrapar ese pobre y torpe típo anteojudo y que el señor volador de los calzoncillos sobre el pantalón engrupa a otros. Por último es interesante ver el juego objetividad-prosa, subjetividad-poesía. Pareciese que en Carver este juego consistiese en dos situaciones claras, la primera, ante la necesidad de exponer con cierta distancia una situación, que bien puede o no ser personal, elige la prosa. Allí el narrador corre un velo sobre su rostro, no opina, se mantiene distante, sólo crea el clima, y todo lo que se digan sus personajes y de lo que de ello se desprenda correrá por cuenta del lector. La segunda situación es cuando el escritor quiere estar presente en la escena, entonces emerge El Poeta, ese hacedor, y emerge el Yo del poeta, (y aquí que aparezcan los detractores del Yo en poesía, que critiquen entonces a Carver, Bukowski, Sexton, escritores del país norteño herederos de Whitman y los Bitiniques -como diría, por beat generación, un amigo que maneja muy bien el cocoliche-) Por que Carver, aunque su mayor fama la deba a la prosa, es un enorme poeta capaz de crear esos difíciles poemas que como el barrio del tango son lindos de tan feos, y cuanto más desprolijos más excitantes. Por que Carver es un enorme poeta que bien conoce el buen uso del yo. Yo que es uno con su poesía y lo dota de esa personalidad arrasadora, que aunque pierda todo en una partida de póker, precisamente, porque pierde, nos mueve a apoyar nuestro brazo sobre su hombro y acompañarlo a tomar una cerveza. Una cerveza, sí, aquí nomás, en el bar de la esquina.


“PONGASE USTED EN MI LUGAR”
O COMO EL PATETISMO NO DEBE INVADIR UN RELATO

En “Póngase usted en mi lugar” Carver nos mantiene prevenidos, nos da una clase ejemplar de cómo no escribir un cuento, escribiéndolo. Se crea la situación, una pareja va ha visitar a sus antiguos loca
dores, y allí están la típica pareja burguesa, el señor sabelotodo y su mujer subyugada. El señor sabelotodo comienza a tirarle consejos, tan creído de si mismo como nuestra señora presidenta, le dice “Pienso que un viaje a Europa le vendría muy bien a un escritor” y Carver que por aquel entonces era como la hija de la lágrima de Charly “No conozco Nueva York, no sé lo que es París, vivo dentro de una lágrima vivo dentro de mí”. Porque está claro que para un escritor el viaje es interno, sin negar lo otro, la mesa del bar de Philips Larkin, la biblioteca y la ceguera de Borges pueden ser suficientes. El relato sigue cuando el sabiondo comienza contándole, para que tome note como escritor, un “idilio ardiente” una historia a la que la señora adjetiva de “repugnante”, chupada de pipa de por medio el buen señor le pide que “logre penetrar en la cabeza de ese hombre”, sigue con la telenovela y le pide que piense en “ella” la joven adolescente enamorada del hombre casado, todo desde un plano moral, plano que al parecer debe privar en el relato, cuando sabemos que en Carver ocurre todo lo contrario, los hechos dicen, el lector juzga, los hechos que van creando ese, como le gustaba decir, “clima de amenaza” donde todo parece a punto de estallar, donde el escritor es un tercero un poco alejado de la historia que deja que esta trascurra casi intocada por él mismo. Por otra parte, nunca encontrará en otra cabeza, por más telepatía que use, lo que no está en la suya. Los lugares comunes se suceden, en esta y en la segunda historia que el señor de la pipa obliga a su mujer contar y así lo hace hasta que llega la frase que hace tentar al aconsejado, dice la señora “El destino la envió a morir en el sofá de nuestra sala, en Alemania” grandilocuencia tal, pedantería y patetismo que hacen que nuestro joven escritor estalle en la risa ante la impavidez de los anfitriones, que como si fuera poco, el señor de la pipa , enojado aconseja –“Si fuera usted un escritor de verdad…. Trataría de entender. Sondearía en las profundidades del corazón de aquella pobre mujer…” es decir sigue lanzando como mazazos esos pedazos de retórica, que más que mazazos parecen bollos de grasa semiderretida, que a nuestro personaje esquiva y no hace más que provocarle más y más risa. Bien, creo que Carver se la ingenia con este “anticuento” para sus propias convicciones, hacer una muy buena historia.


FINAL DEL RELATO “PONGASE USTED EN MI LUGAR”

Myers arrancó y se apartó del bordillo. -Esta gente está loca –dijo Paula. Myer le dio unas palmaditas en la mano. -Daban miedo –dijo Paula. Myers no contestó. Le dio la impresión de que la voz de Paula le llegaba de muy lejos. Siguió conduciendo. La nieve golpeaba contra el parabrisas. Siguió silencioso, mirando la carretera. Se hallaba en el final mismo de una historia.


“LA VIDA DE MI PADRE”

Este relato autobiográfico de Carver puede tomarse como un buen ejemplo de su estilo. Aunque el tema lo toque tan de cerca mantiene la tensión sin caer en trampas sentimentales. Obsérvese cuando toca el tema de el padre mujeriego, con todo lo traumático que puede haber sido pone todo en boca de su madre: -Una vez encontró el lápiz de labios de otra junto a un pañuelo bordado (la madre)¿Ves esto?, me dijo, alguna putita lo dejó en el coche”. Aquí la voz de la madre diciendo aquello de “alguna putita” deja todo dicho. Mas adelante cuando visita en la clínica mental al padre, una mínima descripción nos explica absolutamente cómo era el estado del enfermo “Estaba sentado en un sofá con una manta sobre las piernas” No mucho más que agregar. Estilo Carver. Culmina con un poema dedicado al padre que surge a partir de una fotografía, y luego una explicación de ese poema, nos dice: El poema es verídico en sus detalles, excepto que mi padre murió en junio y no en octubre, como dice la primera palabra del poema. Quería una palabra con más de dos sílabas para que fuera más pausada. Pero, más que eso, quería un mes apropiado a lo que sentía cuando escribía el poema, un mes de días cortos y luz que se desvanece, humo en el aire, las cosas pereciendo. Junio eran noches y días de verano, graduaciones, el día de mi boda, el cumpleaños de uno de mis hijos. Junio no era mes para que el padre de uno muriera” Y esta mentira: Octubre por Junio quizás porque esa sea la verdad del poema, la verdad de la poesía que siendo mentira es más verídica que la realidad. La poesía es verdad, la realidad quién sabe.
Roberto Daniel Malatesta


RAYMOND CARVER




















RAYMOND CARVER - Conversación

Podríamos tomar al relato “Conversación” como emblemático del estilo “Carver” en él se desarrollan características cómo:

1- Mínima cantidad de personajes (en este caso Sandy y su marido, el desocupado)
2- Desarrollo en un espacio reducido (aquí la sala del famoso sofá y la cocina)
3- Objetividad en el desarrollo de la acción, no hay juicios, los juicios sobre el comportamiento de los personajes quedan a criterio del lector. La voz que relata se mantiene distante y deja que la escena transcurra.
4- El famoso, por él mismo Carver explicado, clima de amenaza. Esa tensión que crece a medida que transcurre el relato y que parece que la situación “estallará” en cualquier momento (ciertamente pocas veces estalla, ese explosivo también queda en manos del lector)
5- El elemento “gestual” los personajes suelen decir más con gestos que con palabras dotando a la trama de una resonancia que del silencio va al lenguaje (que sólo opera en el lector) a través de esa “propagación” sugestiva.
6- Se pueden nombra muchos más: Cotidianeidad de los hechos, marginalidad de personajes con vidas personales conflictivas y a punto de caer en el vacío.


En particular este relato comienza con un desocupado que se despacha con el sencillo y nada patético – Hoy me han despedido. “Oye, ¿qué va a ser de nosotros ahora?” (Yo diría también, nada argentino, proclives a caer en las exageraciones en estos terrenos) suficiente, a partir de allí se instala en el sofá de la sala, televisor encendido, almohada y un libro que siempre permanece en la misma hoja. “Es como si viviese ahí” pensaba Sandy su esposa. Pero la acción se desarrolla sobre todo luego de un hecho doméstico: la heladera que se funde y como consecuencia una pila de alimentos en mal estado, (muy importante que haya helado pues ese helado chorreado parece “pintar” la escena)
La parte gestual aparece mucho pero aquel, ante la increíble calificación de “especialista en anuncios del periódico” del desocupado, observamos a Sandy “Ella se quitó las manos de la cara y lo miró”.
Y la escena final donde son los pies y el charco de agua que nos permiten seguir, como quería Borges, viviendo en el cuento. Ningún final cerrado, todo lo contrario, el esposo de Sandy se instala en nuestra sala.
Transcribo los párrafos finales

“Bajó la cabeza y vio los pies descalzos de su marido. Miró aquellos pies junto a un charco de agua. Sabía que en la vida volvería a ver algo tan raro. Pero no sabía que hacer. Pensó que lo mejor sería pintarse un poco los labios, tomar el abrigo y marcharse a la subasta. Pero no podía apartar la vista de los pies de su marido. Dejó el plato en la mesa y se quedó mirando hasta que los pies salieron de la cocina y volvieron al cuarto de estar.”


UN POEMA (Y de yapa un segundo poema muy particular para nosotros los argentinos)

ENCERRADO AFUERA Y TRATANDO DE VOLVER A ENTRAR

Simplemente sales y cierras la puerta
sin pensar. Y cuando te das vuelta y miras
lo que has hecho
es demasiado tarde. Si esto suena
como la historia de una vida, está bien.

Estaba lloviendo. Los vecinos que tenían
llave no estaban. Probé y probé
con las ventanas de abajo. Observé
dentro el sofá, las plantas, la mesa
con las sillas, el estéreo.
Mi taza de café y el cenicero me esperaban
sobre la mesa con tapa de vidrio, y eso
me partió el corazón. Dije Hola, amigos,
o algo así. Después de todo,
esto no era tan malo.
Me habían pasado cosas peores. Esto
era incluso un poco divertido. Encontré la escalera.
La llevé y la apoyé contra la casa.
Después bajo la lluvia trepé hasta el balcón,
salté la baranda
y probé la puerta. Que estaba cerrada,
por supuesto. Pero igual miré adentro,
mi escritorio hacia la que alzaba la vista
y miraba para afuera cuando me sentaba allí.
Esto no es como la planta baja, pensé.
Esto es otra cosa.
Y era algo mirar hacia adentro así, sin ser visto,
desde el balcón. Estar allí, adentro, y no estar allí.
Ni siquiera creo que pueda hablar de eso.
Acerqué la cara al vidrio
y me imaginé allí adentro,
sentado ante el escritorio. Alzando la vista
de mi trabajo de vez en cuando.
Pensando en algún otro lugar
y en algún otro tiempo.
En la gente que había amado entonces.

Durante un minuto me quedé bajo la lluvia.
Sintiéndome el más afortunado de los hombres.
Aún cuando me atravesara una ráfaga de dolor.
Aún cuando me sintiera violentamente avergonzado
del daño que entonces había hecho.
Hice trizas esa bella ventana
y volví a entrar.


CUBIERTOS

Haciendo trolling con el señuelo 20 pies detrás del bote
bajo la luz de la luna, ¡cuando el enorme salmón picó!
Y salió entero fuera del agua. Pareció pararse
sobre su cola. Después volvió a caer y se fue.
Temblando, seguí hasta el puerto como si nada
hubiera pasado. Pero había pasado.
Y pasó tal cual lo acabo de contar.
Me llevé el recuerdo a Nueva York
y más allá. Me lo llevé donde quiera que fui
Todo el camino hasta aquí, hasta la terraza
del Jockey Club de Rosario, Argentina.
Desde donde miro el ancho río
que devuelve la luz de las abiertas ventanas
del comedor. Me quedo fumando un cigarro,
escuchando el murmullo de los socios
y sus mujeres adentro, el leve sonido
metálico de los cubiertos contra los platos. Estoy vivo
y bien, ni feliz ni infeliz,
aquí en el Hemisferio Sur. Por eso me deja
más perplejo que nunca
el recuerdo de ese pez perdido, alzándose,
dejando el agua y volviendo a ella.
El sentimiento de pérdida que me asaltó entonces
me asalta todavía. ¿Cómo transmitir algo de lo que siento
sobre este asunto? Adentro siguen
conversando en su propia lengua.
Decido caminar
por la orilla. es la clase de noche
que hace que hombres y ríos estén más cerca.
Camino un trecho, después me detengo. Advirtiendo
que no he estado cerca. No
durante muchísimo tiempo. Ha sido
esta espera la que ha venido conmigo
a todas partes. Pero ahora crece la esperanza
de que algo se levante y salpique.
Quiero oírlo, y seguir adelante.

Raymond Carver
traducción Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich.


CONSIGNA: Relato o poema, lo que ustedes prefieran, “un hecho doméstico que les haya sucedido (o no). Si se puede imitar el estilo Carver mejor.

textos para actividades 02




INSPIRACIÓN

HABLAN LOS POETAS PARA EL TALLER.

Un día le preguntaron a San Juan de la Cruz, el autor (acaso) de los mejorespoetas en lengua española, cómo hacía para escribir sus poemas. Contestó conhonradez y agudeza: "hijo, a veces me los sopla el espíritu y otras, losbusco yo". La respuesta me parece reveladora. La "inspiración" es una suertede pulsión o impulso a escribir lo que dicta una suerte de necesidadprofunda de uno mismo, a quien llamamos "el otro", "el espíritu", "eldaimon", según las épocas y las creencias. Pero la inspiración no essuficiente, es la primera combustión, la certeza de que uno escribe algo quecree necesario. Es nuestro yo en el espejo y puede revirarse en meronarcisismo. Después, está el trabajo, el ardoroso y rudimentario trabajo quees el doble invertido de nuestra experiencia con el oficio, y el precipitadode numerosas o múltiples lecturas. Escribimos con lo que leímos, o con esoslibros amados, a favor o en contra de ellos, pero más que nada buscando elrío ancho de la lengua, que se nos entrega parcialmente y que tal vezsolamente "dice" cuando pulsamos adecuadamente la verdad del idioma. Si lainspiración alude al yo mismo y tiende a lo autista, el trabajo es lapresencia del lector y todos los lectores, es la dirección del impulso, laflecha lanzada deseando el blanco. Un abrazo. Javier Adúriz



Seré breve. la inspiración existe. es más, la estoy esperando o buscando o tratando de encontrar. Después viene el trabajo, la elaboración. o, mejor dicho, cuando se está elaborando un poema, uno también está inspirado, así salga tres años después en el papel. No pasa sólo cuando está y se escribe en el momento. Tiene distintas, misteriosas maneras de aparecer. Para la corrección de un poema también hay que estar "bien", o"lleno de dios" como Bach decía. Irene Gruss



Hola Roberto. Aquí va la respuesta, la tomé del reportaje que me hizo García Helder hace tres años para Diario de Poesía:La inspiración, eso que hay de preverbal en el origen del poema, supone paramí una lenta maduración de la percepción. Lentamente me voy haciendosensible al color, al olor, a la textura de alguna realidad natural. Lalentitud lo es todo, estoy tentado de decir. En ese proceso de aprehensiónsensible, en un momento dado entra a tallar el lenguaje. El lenguaje tieneun papel muy activo cuando se hace cargo de la situación: modificaconstantemente las sucesivas intuiciones de lo natural que él mismo genera.Hay una intensa interacción entre la compenetración con lo natural y lavoluntad de escritura, entre poesía natural y poesía escrita, entreinspiración y tenacidad, entre sensación y pensamiento. Comienza a tomarforma una realidad —el poema— que guarda una relación flexible con sumodelo, que se perfila a sí misma a medida que se va construyendo,redefiniendo permanentemente su objetivo final. O sea que uno puede comenzara escribir queriendo captar la textura de una piedra, por ejemplo, y puedeconcluir escribiendo un poema donde la palabra piedra no figura en ningúnverso. Sin embargo, por lejos que me lleve la escritura, yo valoro el poemasólo en la medida en que percibo en él una realidad cifrada de la sensaciónque le dio origen. Si el lector percibe en mis poemas esa dimensión, siadvierte el proceso de transmutación a que ha sido sometida la sensación,comprenderá que lo que parece antiguo en ellos apunta, no tanto asalvaguardar el elemento tradicional de la poesía, como a la necesidad decondensar al máximo el valor de imagen de la sensación de la materia.Un afectuoso abrazo. Ricardo Herrera





Lo más fácil y lo que más nos olvidamos: por nada del mundo despreciar la inspiración, por nada del mundo rebajarla a mero dato revelado, trabajo e inspiración no se oponen.
rm

DEFINICION

CUATRO CUARTETOS
Little Gidding. part. 4

donde cada palabra esté en su casa,
ocupando su lugar para apoyar a las demás,
la palabra ni desconfiada ni ostentosa,
un fácil comercio de lo viejo y lo nuevo,
la palabra corriente, exacta sin vulgaridad,
la palabra formal, precisa pero no pedante,
el conjunto completo bailando juntos.

todo expresión y todas frase es un fin y un comienzo
todo poema es un epitafio.



Cada palabra esté en su casa. El poema es La Casa de la Palabra. nos habla de una línea de lenguaje con correspondencias, pero nos dice que ni desconfiada ni ostentosa, lo de desconfiado es un poco cerrado, puede apuntar a la búsqueda de lo certero, lo de ostentoso parece simple no querer hacer brillar al poema por el peso de una gran palabra. . El poema no depende de grandes palabras, sí lo opuesto –volvemos a la casa de la palabra-. Lo del fácil comercio de lo viejo y lo nuevo no parece limitarnos a tratar de ser pura y exclusivamente modernos, o provocativamente de vanguardia. La palabra corriente, por lo pronto está en contra del ejercicio de lo vulgar tanto como lo pedante, aquello que esté denotando que el poema busca notoriedad por el escándalo de lo bajo, y aquello de “el lujo es vulgaridad”. El conjunto completo bailando juntos retorna a la casa de la palabra. rm.



El Poema

El comienzo es una fortuita combinación
de palabras que estimulan la curiosidad,
la imaginación y el sentimiento. Después,
de las muchas posibilidades que se aglomeran,
la lógica elige una, tal vez arbitrariamente,
trazando así un esbozo. Y, en los estrechos
límites que quedan, el final muestra
la experiencia y la fuerza del artista.

Sin que esa secuencia cronológica
prejuzgue tampoco sobre su respectivo lugar en el poema.

Athos Dimulá 1921-1985
Poeta Griego. Traducción
Horacio Castillo.


Los dos primeros versos parece que nos definen su idea de inspiración que la relaciona con lo fortuito, fortuito para lo cual se debe estar preparado: conviene nunca perder la desatención. Luego habla de Imaginación y sentimiento, el intelecto y los sentidos, ojo, el sentimiento solo puede no servirnos, no hay hincha de fútbol que no diga que su club es un sentimiento, por otra parte sentimiento no es un valor en sí pues el odio es un sentimiento, yo hubiese dicho emoción, me gusta más. Todos tenemos sentimientos, pero la emoción esa elevación sobre el nivel medio de nuestra percepción, ese salto que bien puede ser puerta del poema. La lógica elige, la razón se hace presente. Al final cuando nos dice que “esa secuencia cronológica/ prejuzgue tampoco sobre su respectivo lugar en el poema”, parece decirnos que la inspiración puede llegar después, esto nos lleva a la teoría del poema malo (una mala teoría que inventé), los muchos poemas malos sirven para encontrar al poema bueno. El poema bueno le debe su vida a los poemas malos.



Si una tribu prehistórica que conociese el fuego tuviese que explicarlo a otra que no lo conociese, no habría explicación, debería mostrarles el fuego, por eso que no hay definición que venga al caso, cuando hablamos de poesía, si poseemos el fuego debemos mostrarlo para hacerlo entender, todos somos una y otra tribu según la circunstancia, queremos saber, queremos dar a conocer. Vaya esta Mínima muestra de algunos poemas argentinos contemporáneos que a mí personalmente me gustan.




MINIMA





DESAYUNO

Esta mañana de verdad me bastan
pocas cosas, sabidas y preciosas:
el humo y el sabor del café negro
en el tazón azul sobre la mesa;
entreoír la presencia
de la mujer y de los hijos
en la respiración acompasada
que late en las habitaciones;
las ventanas de par en para abiertas
a la luz y los árboles de octubre,
y ahora, hace un instante, descubrir
esos brotes primeros del geranio
rojo que traje de la casa blanca,
del patio aquel donde jugué de chico.

PABLO ANADON
pablo_anadon@yahoo.com.ar



El tema simple, todo aquello que tiene pocos o ninguna posibilidad de convertirse en poema. rm.


PROTESTA DEL FAQUIR

No te me acerques, nene, -¿no ves?, esto es un arte.

¿Cómo que soy boludo? - ¿Te parece tan poco
vivir aquí sentado, -desnudo, hecho una estatua?

Tuerzo la boca, sí… -No quiero que me vean
hablando con un chico – mientras hago lo mío.

¡Las formas de la vida! – Posturas increíbles
para extrañar al mundo: - poses que harán historia.

¡Nada que ver! Payasos – son señores de circo,
tan respetables siempre. – Lo mío es milenario.
Nada me duele, nada. - ¡Un clavo es el dolor,
no esta alfombra de clavos, - la patria de mi orgullo!

¡A mí, a mí me importa! – Así es el arte, pibe.

No te me acerques, dije. - ¿No toques el turbante,
mirá que tiene caspa. - ¿Dónde está papi, nene?

¿Vos no vas al colegio? - ¿No te dijeron nunca
qué feo es escupir? – Las maneras urbanas…

¡Qué mocoso siniestro! - ¿Te parece bonito
decir esas palabras – delante de un anciano?

Reíte, sí, reíte, - ya vas a ver mañana
cuando el país te cague – y seas jubilado.

Andá, tenés razón, -soy un viejo de mierda…
Pedíle a tu papito – que te compre pochoclo.

Andá, que estoy cansado.- El aire es libre, nene.

Quiero vivir un poco.

Por Dios, esto es América.


JAVIER ADURIZ
javier_aduriz@yahoo.com.ar


Desarrollo a través del diálogo de una situación particular, la segunda voz es presumida por la primera que habla por sí y contesta. Denuncia social, trabajada de tal manera que el lector lo asimile casi al fin del poema, no el típico poema comprometido directo sino ese juego que captura lentamente. rm.




EL PECHO BLANCO, EL PECHO NEGRO

Mi madre tenía un pecho blanco y un pecho negro.
Al despertar tomaba el pecho blanco en su mano
y acercándolo a mis labios decía: Bebe, hijo mío,
y yo bebía una leche blanca, espesa, dulcísima.
Luego apretaba entre los dedos el pezón negro
y colocándolo en mi boca repetía: Bebe, hijo mío,
y yo bebía una leche oscura, infinitamente agria.
Mi madre tenía un pecho blanco y un pecho negro.
De día, sosteniendo el pecho blanco en su mano
como una paloma, susurraba: Es la luz del mundo;
y a la noche, mientras exprimía suspirando
el pecho negro, prorrumpía: Es la oscuridad.
Mi madre tenía un pecho blanco y un pecho negro.
A veces exponía el pecho blanco al sol
y escondiendo bajo su ropa el pecho negro
canturreaba: Esta es la leche que sacia toda hambre,
y su rostro se iluminaba con una sonrisa inmortal.
Pero mi boca buscaba otra vez el pecho negro
y tomándolo en su mano con piadosa resignación
lo ponía en mis labios diciendo: Bebe, hijo mío,
y yo bebía ávidamente la leche que da más hambre.
Mi madre tenía un pecho blanco y un pecho negro.

Horacio Castillo.


Sentido clásico, el tema sí es un gran tema, y está expuesto como una economía de grandes palabras. La reiteración aquí no desmerece sino que juega como parte del ritmo, cercano a un mantra, a una letanía. rm



PERAS

Había una rosca cubierta
de azúcar, una mesa con el hule
verde y una frutera de vidrio
(por la loneta de las cortinas, el sol
sacaba tornasolados color de ajenjo),
y había peras. Recuerdo los cabos rotos
y el punto negro que, en una de ellas,
hace el gusano. Sé que las dos teníamos
el pelo corto y unos vestidos
almidonados.

Después algo (quizás el viento)
sonó allá afuera y mi madre dijo
que acababa de pasar
Los Reyes.


María Teresa Andruetto.
tandruetto@arnet.com.ar



El trabajo de la memoria, la mirada fotográfica (Kódak, se llama el libro de donde fue extraído el poema) que capta ese instante. Sobriedad de estilo que deja mucho de resonancia, aquello que el lector se encargará de completar, casi lo opuesto a los poemas dos y tres.

textos para actividades 01



EL CIEGO QUE SOMOS

La poesía debe ayudar a ver al ciego que somos. Aprender a ver con su ayuda requiere de un duro entrenamiento. Paul Auster, que fue poeta y siguió siéndolo aunque abandonase el ejercicio de escribir en verso, nos da una lección ejemplar. Auster, sin anunciarnos en nada que la poesía rondará, introduce
un texto dentro de otro texto, la pieza encaja a la perfección dentro del conjunto, esa sorprendente novela titulada “El palacio de la luna” y quien nunca leyó poesía e incluso desprecie el género el pasaje seguirá resultándole placentero sin sospechar nuestra lectura. Si tomamos el texto en forma aislada se convierte en lección. Es bueno recordar que de pasajes como el que entregamos a continuación se enriquese la obra de Auster, no sólo novela, no sólo hechos, sino preocupaciones, incertidumbres, certezas que expone de una manera magistral y nos narran en su inmovilidad esencial otra historia dentro de la historia.


















No tardé mucho en aprender a manejar la silla de ruedas. El primer día hubo algunas sacudidas, pero una vez que aprendí a inclinarla en el ángulo adecuado para subir y bajar los bordillos, todo fue como una seda. Effing pesaba poquísimo y empujarle apenas suponía esfuerzo para mis brazos. En otros aspectos, sin embargo, nuestras excursiones me resultaban muy difíciles. No bien salimos, Effing empezaba a dar bastonazos en el aire, preguntándome qué objeto estaba señalando. En cuanto se lo decía, insistía en que lo describiera. Cubos de basura, escaparates, portales: quería que le hiciera una descripción precisa de estas cosas y si yo no conseguía encontrar las palabras con suficiente rapidez para satisfacerle, estallaba en un ataque de cólera. –¡Maldita sea, muchacho –decía–, use los ojos que tiene en la cara! Yo no veo nada y usted se pone a decir estupideces como «un farol corriente» y «una tapa de alcantarilla absolutamente vulgar». No hay dos cosas iguales, idiota, cualquier cretino sabe eso. Quiero ver las cosas que estamos mirando, maldita sea, ¡quiero que usted me las haga ver! Era humillante recibir semejante regañina en medio de la calle, quedarse allí parado mientras el viejo me insultaba y la gente volvía la cabeza para ver quién armaba tal escándalo. Una o dos veces estuve tentado de marcharme y dejarle allí, pero la verdad era que a Effing no le faltaba razón. Yo no hacía bien mi tarea. Me di cuenta de que nunca había adquirido el hábito de mirar las cosas con atención, y ahora que me pedían que lo hiciera, los resultados eran muy deficientes. Hasta entonces, yo había tenido tendencia a generalizar, a ver las semejanzas más que las diferencias entre las cosas. Ahora me encontraba arrojado a un mundo de particularidades y el esfuerzo por evocarlas en palabras, por transmitir los datos sensoriales inmediatos, suponía un reto para el que no estaba bien preparado. Para conseguir lo que deseaba, Effing debería haber contratado a Flaubert para que le paseara por las calles, pero hasta Flaubert trabajaba despacio, a veces tardaba horas en escribir una sola frase perfecta. Yo no sólo tenía que describir las cosas con exactitud, sino que tenía que hacerlo en cuestión de segundos. Más que nada, detestaba las inevitables comparaciones con Pavel Shum. Una vez, cuando estaba resultando particularmente difícil, Effing habló de su amigo muerto durante varios minutos, describiéndolo como un maestro de la frase poética, inventor sin igual de imágenes adecuadas y asombrosas, estilista cuyas palabras revelaban milagrosamente la verdad palpable de los objetos. –y pensar –dijo Effing– que el inglés no era su lengua materna... Esa fue la única vez en que le respondí en lo referente a ese tema, pues me sentí tan dolido por su comentario que no pude contenerme. –Si le interesa otro idioma –dije– , estaré encantado de complacerle. ¿Qué le parece el latín? Le hablaré en latín de ahora en adelante, si quiere. Mejor aún, le hablaré en latín vulgar. Así no tendrá ninguna dificultad en entenderlo. Era un comentario estúpido, y Effing me puso rápidamente en mi sitio. -Cállese y hable, muchacho –dijo–. Cuénteme cómo son las nubes. Descríbame cada nube que hay en el cielo hacia el oeste, una por una hasta donde alcance su vista. Para poder hacer lo que Effing me pedía, tuve que aprender a separarme de él. Lo esencial era no sentirse agobiado por sus órdenes, sino transformarlas en algo que yo hacía por gusto. No había nada inherentemente malo en aquella actividad, después de todo. Considerado de la forma adecuada, el esfuerzo de describir las cosas con exactitud era precisamente la clase de disciplina que podía enseñarme lo que más deseaba aprender: humildad, paciencia y rigor. En lugar de hacerlo simplemente para cumplir con una obligación, empecé a considerarlo como un ejercicio espiritual, un método para acostumbrarme a mirar al mundo como si lo descubriera por primera vez. ¿Qué vez? Y eso que ves, ¿cómo lo expresarías con palabras? El mundo nos entra por los ojos, pero no adquiere sentido hasta que desciende a nuestra boca. Empecé a apreciar lo grande que era la distancia, a comprender lo mucho que tenía que viajar una cosa para llegar de un sitio a otro. En términos reales no eran más que unos centímetros, pero teniendo en cuenta los muchos accidentes y pérdidas que podían producirse por el camino, era casi como un viaje de la tierra a la luna. Mis primeros intentos con Effing fueron terriblemente vagos, simples sombras que cruzaban fugazmente un fondo borroso. Yo había visto todo esto anteriormente, me decía, ¿cómo podía tener dificultad en describirlo? Un extintor de incendios, un taxi, un chorro de vapor que salía de la arena, eran cosas que me resultaban tremendamente conocidas, me parecía que me las sabía de memoria. Pero eso no tomaba en consideración la mutabilidad de las cosas, la forma en que cambiaban dependiendo de la fuerza y el ángulo de la luz, la forma en que su aspecto quedaba alterado por lo que sucedía a su alrededor: una persona que pasaba por allí, una repentina ráfaga de viento, un reflejo extraño. Todo estaba en un flujo constante, y aunque dos ladrillos de una pared se pareciesen mucho, nunca se podía afirmar que fuesen idénticos. Más aún, el mismo ladrillo no era nunca realmente el mismo. Se iba desgastando, desmoronándose imperceptiblemente por los efectos de la atmósfera, el frío, el calor, las tormentas que lo atacaban, y si uno pudiera mirarlo a lo largo de los siglos, al final comprobaría que había desaparecido. Todo lo inanimado se desintegraba, todo lo viviente moría. Cada vez que pensaba en esto notaba latidos en la cabeza al imaginar los furioso y acelerados movimientos de las moléculas, las incesantes explosiones de la materia, el hirviente caos oculto bajo la superficie de todas las cosas. Era lo que Effing me había advertido en nuestro primer encuentro: No des nada por sentado. Después de la indiferencia, pasé por una etapa de intensa alarma. Mi descripciones se volvieron excesivamente minuciosas, pues tratando desesperadamente de captar cada posible matiz de lo que veía, mezclaba los detalles en un disparatado revoltijo para no omitir nada. Las palabras salían de mi boca como balas de ametralladora, un asalto con fuego rápido. Effing tenía que decirme continuamente que hablara despacio, quejándose de que no podía seguirme. El problema no era tanto de velocidad como de enfoque. Amontonaba demasiadas palabras unas sobre otras, de modo que en vez de revelar lo que teníamos delante, lo oscurecía, lo enterraba bajo una avalancha de sutilezas y de abstracciones geométricas. Lo importante era recordar que Effing era ciego. Mi misión no era agotarle con largos catálogos, sino ayudarle a ver las cosas por sí mismo. En última instancia, las palabras no importaba. Su función era permitirle percibir los objetos lo más rápidamente posible, y para eso yo tenía que hacerlas desaparecer no bien pronunciadas. Me costó semanas de duro trabajo simplificar mis frases, aprender a distinguir lo superfluo de lo esencial. Descubrí que cuanto más aire dejara alrededor de una cosa, mejores eran los resultados, porque eso lo permitía a Effing hacer el trabajo fundamental: construir una imagen sobre la base de unas cuantas sugerencias, sentir que su mente viajaba hacia las cosas que yo le describía. Descontento con mis primeras actuaciones, me dediqué a practicar cuando estaba solo, por ejemplo, tumbado en la cama por la noche, repasaba los objetos de la habitación para ver si podía mejorar mis descripciones. Cuanto más trabajaba en ello, más en serio me lo tomaba. Ya no lo veía como una actividad estética, sino moral, y comencé a sentirme menos molesto por las críticas de Effing y a preguntarme si su impaciencia e insatisfacción no servirían a un fin más alto. Yo era un monje que buscaba la iluminación y Effing era mi silicio, el látigo con el que me flagelaba. Creo que no hay la menor duda de que mejoré, pero eso no quiere decir que estuviera totalmente satisfecho de mis esfuerzos. Las exigencias de las palabras son demasiado grandes; uno conoce el fracaso con excesiva frecuencia para poder enorgullecerse del éxito ocasional. A medida que transcurría el tiempo, Effing se hizo más tolerante con mis descripciones, pero no estoy seguro de que eso significara que se acercaban más a lo que él deseaba. Tal vez había renunciado a la esperanza o tal vez había perdido interés. Me era difícil saberlo. También puede ser que se estuviera acostumbrando a mí, simplemente.


AUSTER- COLLODI

(De la invención de la soledad) “Cuando la marioneta recobró el sentido, no podía recordar dónde había estado. A su alrededor todo era oscuridad, una oscuridad tan densa y tan negra que por un momento pensó que lo había sumergido de cabeza en un tintero.” Esta es la descripción que hace Collodi de la llegada de Pinocho al vientre del tiburón. Hubiese podido hacer una comparación mucho más vulgar, como “una oscuridad negra como la tinta”, una trillada figura literaria que sería olvidada al instante de haberla leído. Pero aquí hay algo más, algo que va más allá de la cuestión de la buena o mala literatura (y ésta obviamente no es mala). Observemos con atención: Collodi no hace comparaciones en este párrafo, no emplea las expresiones “como si fuera” o “igual que”, no establece ni una correspondencia ni un contraste entre una cosa y la otra. La imagen de completa oscuridad sugiere automáticamente la imagen de un tintero. Pinocho acaba de entrar en el vientre del tiburón y todavía no sabe que Gepetto está allí, así que durante un breve instante todo parece perdido. Pinocho está rodeado por la oscuridad de la soledad. Y es en esta oscuridad donde tiene lugar el acto creativo del libro, el lugar donde al final el títere encontrará valor para salvar a su padre y por lo tanto convertirse en un niño real.
“Su cuento es una búsqueda de la infancia Perdida)
De una Reseña


ESE INSTANTE PROXIMO A LA CONCIENCIA DE EXISTIR.
“LA MESA DE CAFÉ Y OTROS POEMAS”
PABLO ANADÓN
AMG EDITOR- Logroño – España

“La luz de la cocina en la mañana” No está mal diría Antonio Machado, oculto tras la voz del profesor Mairena. No está mal como le decía a aquel que tradujo la pretensiosa frase “los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa” a la expresión poética: “lo que pasa en la calle”. No se trata de medianías ni escasez de recursos, se trata de convicciones: la poesía es aquello que nos sucede, aquello por lo cual somos: La luz de la cocina, la mesa del café, las flores del lapacho. De todo esto nuestro lenguaje da cuenta desnuda y sin artilugios. “Lo que una mañana/ cualquiera mira un hombre/ cualquiera...” No está mal, el desafío de la poesía que no embiste ni se oculta en juegos verbales, la poesía que no ostenta, la que se despoja de todo efecto, quizás la más ardua poesía: la línea llana de la vida: con sus pobrezas e imposibilidades o, llegado el caso, cifrando sus esperanzas en un inapresable resplandor como en el poema “invierno” donde la mejor herencia reservada a los hijos resulta “un poco de calor y un resplandor/ que a lo mejor les duren, ya olvidados,/ para toda la vida.” Pero aún alguien podría preguntarse si todo es “Pan, aceite y cebolla” entonces qué, que son esos poemas sobre “...nada que en verdad que valga/ la pena de contar en un poema” y por si no queda claro se trata precisamente de hondura, se trata precisamente de tener qué decir lo que permite abordar esos pobres temas y salir airoso, hacer poesía de dónde otro desdeñaría toda posibilidad, y una acotación más, la poesía de P.A. desliza un saber sin sobresaltos, tanto que no es mucho pretender denominarlo sabiduría “...un vago sentimiento/ de gratitud por ese instante próximo/ a la conciencia de existir” Cabe destacar del autor publicaciones de los últimos años como “El astro disperso –Ultimas transformaciones de la poesía Italiana” Ediciones del Copista, Libro donde sobresale como traductor y crítico de una poesía de la cual es un gran conocedor, resaltando el hecho de que entre 1987 y 1994 vivió en Italia dónde cursó estudios Literarios (Florencia) y se desempeño como catedrático (Cosenza). Además el presente año ha sído Antólogo de “Señales de la nueva poesía Argentina” publicado en España, Selección de poemas que es precedida por un breve aunque sustancioso enfoque la actual poesía de nuestro país.

R D Malatesta